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La vida como un videojuego: Una reflexión sobre la felicidad

  • Foto del escritor: Diego Jiménez
    Diego Jiménez
  • 27 ene
  • 2 Min. de lectura

En la vida, al igual que en un videojuego de construir, todos comenzamos con lo básico: una pequeña parcela, sueños por cumplir y recursos limitados. Cada nivel nos exige esfuerzo, dedicación y sacrificios. A medida que avanzamos, vamos acumulando logros, construyendo lo que antes parecía inalcanzable: una casa, una familia, una carrera, una vida soñada. Pero, ¿qué pasa cuando alcanzamos todas esas metas? ¿Qué ocurre cuando ya no hay niveles por superar? cuando era niño y finalizaba todos esos pasos ¡Me cansaba y desinstalaba el juego!

En los videojuegos, solemos utilizar trucos para acelerar el proceso, en el afán de construir y lograr el reto, buscaba en internet códigos y claves para incrementar mis monedas y lograr tener cosas que jamás jugando día a día podría tener "Una mansión" "un helicóptero".... Pero esa rapidez nos deja sin el reto, sin el propósito, y terminamos por aburrirnos del juego.


¿No sucede algo similar en la vida? Muchos buscan atajos, pensando que la felicidad llegará cuando tengan "todo". Sin embargo, en la realidad, pocos llegan a ese punto, porque las reglas del juego son distintas: el sistema en el que vivimos nos hace correr constantemente tras metas que parecen cada vez más lejanas.

Algunos pasan toda su existencia jugando para sobrevivir, soñando con el día en que podrán descansar y disfrutar. Otros, quizá más afortunados, llegan a la cima de su montaña solo para darse cuenta de que no saben qué hacer después. Porque el vacío no viene de lo que tenemos o no tenemos, sino de no encontrar un propósito más allá de lo material.


Entonces, ¿Cuál es el verdadero objetivo de este juego llamado vida? Quizá no se trate de acumular posesiones ni de "terminar" el juego, sino de aprender a disfrutar el proceso. De encontrar alegría en los pequeños momentos: en la risa de un ser querido, en el atardecer que ilumina nuestra parcela, en el simple hecho de estar vivos y tener la oportunidad de construir, aunque sea lentamente.


La vida no es un videojuego con un final concreto. No es un juego que se pueda "ganar". Es un espacio para crear, aprender y, sobre todo, disfrutar. Tal vez, en lugar de obsesionarnos con lo que falta por construir, deberíamos enfocarnos en explorar otros niveles: el del amor, el de la creatividad, el de la conexión con otros, el de la paz interior. Porque cuando nos enfocamos únicamente en adquirir, corremos el riesgo de perder de vista el verdadero sentido del juego.


Y si algún día llegamos a cansarnos, tal vez sea porque olvidamos que el propósito no está en el destino, sino en el viaje. ¿Qué pasaría si jugáramos la vida no para ganar, sino para vivirla plenamente, nivel por nivel, día a día?


Diego Fernando Jiménez


 
 
 

1 Comment


Claudia Patricia Agudelo Vásquez
Jan 30

Cordial saludo doctor Diego Fernando Magno, respondiendo a su pregunta:


*¿Qué pasaría si jugáramos la vida no para ganar, sino para vivirla plenamente, nivel por nivel, día a día?*


Pensar en la vida de Claudia Patricia Agudelo Vásquez, no como una carrera por ganar, sino como un viaje para vivirla plenamente, día a día... Es como saborear cada instante, cada nivel, sin la presión de llegar a una meta específica.


En mi caso, me conecto con el día a día, orando a Dios, es mi fortaleza y mi fe, donde encuentro paz interior y la esperanza que tanto necesito.

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