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Desafíos y Perspectivas de la Economía Solidaria en Colombia

  • Foto del escritor: Diego Jiménez
    Diego Jiménez
  • 21 oct 2023
  • 16 Min. de lectura

La economía solidaria en Colombia

La economía solidaria en Colombia se constituye como un modelo económico y social que busca promover la equidad, la participación ciudadana y el desarrollo local a través de la cooperación y la autogestión. A pesar de eso su implementación se enfrenta a desafíos significativos que obstaculizan su crecimiento y consolidación a nivel territorial.


Según el Consejo Nacional de Política Económica y Social (2021) la implementación de la política pública para el desarrollo de la economía solidaria en Colombia enfrenta desafíos significativos debido al bajo reconocimiento y expansión del modelo, la integración con el cooperativismo, y la falta de promoción en las entidades territoriales para el desarrollo local.

Este fenómeno se atribuye, en gran medida, al bajo impacto de las acciones de promoción, creación, fortalecimiento, desarrollo, integración y protección de la economía solidaria por parte de las entidades gubernamentales y organizaciones afines.

Este informe gubernamental subraya que, a pesar de los avances legislativos y la creación de marcos normativos favorables, la economía solidaria aún enfrenta barreras significativas para su difusión y consolidación en el país. Entre estos desafíos se incluyen la falta de conocimiento generalizado sobre los principios y beneficios de la economía solidaria, así como la falta de incentivos efectivos para su desarrollo y crecimiento.


El primer desafío se constituye como el bajo reconocimiento, la reestructuración del modelo y su expansión; la fragmentación de la economía solidaria con el cooperativismo es otro desafío que dificulta su avance. A diferencia de países como Brasil, donde estos dos modelos operan de manera separada y complementaria, en Colombia y la mayoría de países en Latinoamérica la fusión de ambos conceptos ha generado confusión y ha diluido la identidad de la economía solidaria. Esto ha llevado a una falta de claridad en las políticas y estrategias destinadas a fomentar la economía solidaria como un modelo independiente y diferenciado.

La falta de seguimiento por parte del estado y la promoción en las entidades territoriales para el desarrollo local constituye el tercer desafío. Las iniciativas de economía solidaria a menudo luchan por obtener el apoyo necesario a nivel local, lo que limita su capacidad para generar un impacto significativo en las comunidades y regiones donde operan. La falta de conciencia y apoyo a nivel territorial obstaculiza la expansión y la sostenibilidad de las iniciativas solidarias.

La implementación de la política pública para el desarrollo de la economía solidaria en Colombia se enfrenta a desafíos fundamentales relacionados con el reconocimiento insuficiente, la integración con el cooperativismo y la falta de promoción a nivel territorial. Estos desafíos deben abordarse de manera efectiva para permitir que la economía solidaria alcance su potencial como un motor de desarrollo económico y social en el país.

Antecedentes normativos de la política pública de economía solidaria

Para comprender de manera concisa los desafíos de la política pública de economía solidaria en Colombia, es importante destacar que, desde su desarrollo conceptual y no regulatorio, este enfoque no supera los 25 años de existencia. La formulación de políticas específicas y la creación de marcos normativos más detallados, como la Política Pública de Economía Solidaria de 2021, representan un enfoque más reciente y completo en el impulso de este modelo económico en el país.

Los antecedentes normativos de la política pública de economía solidaria en Colombia han experimentado una evolución significativa a lo largo de los años. Inicialmente, en el Plan de Desarrollo del gobierno de Belisario Betancur en 1982, titulado "Desarrollo con Equidad". En este plan, se promovió el concepto de economía solidaria como un medio para fomentar la equidad y la participación de la comunidad en el desarrollo económico.

En esa misma línea, la Ley 79 de 1988 también desempeñó un papel relevante al abordar la legislación relacionada con las cooperativas. Aunque esta ley tenía como objetivo principal regular las cooperativas, sentó algunas bases para la promoción de la economía solidaria, aunque su enfoque estaba más orientado hacia la legislación de las cooperativas en sí.

Los decretos 1480 de 1989 y 1489 de 1989 continuaron en la senda de establecer las características legales de las asociaciones, definiendo su naturaleza jurídica y proporcionando ciertas regulaciones. Sin embargo, el decreto 1480 fue derogado posteriormente por el decreto 2143 de 2021, que marcó un cambio significativo en la normativa relacionada con la economía solidaria.

El marco conceptual de la economía solidaria fue establecido en la Ley 454 de 1998, la cual sentó las bases para este modelo económico y social. Aunque, es importante destacar que esta ley tenía un enfoque más reglamentario y reactivo, centrándose en la promoción y difusión de la economía solidaria.

Fue precisamente debido a la necesidad de una política pública más integral y específica que se formó y aprobó la "Política Pública para el Desarrollo de la Economía Solidaria" en el año 2021. Esta política marca un hito importante al abordar de manera más completa y específica las cuestiones relacionadas con la economía solidaria en Colombia. Su enfoque se extiende más allá de la naturaleza jurídica y regulaciones, buscando promover y desarrollar activamente este modelo económico en el país.


Esta ley estableció acciones a cinco años, desde el 2021 hasta el 2025, en las que participan diversos organismos y entidades del Estado. Sin embargo, a pesar de estos avances normativos, el campo de acción de la política pública de economía solidaria en las entidades territoriales aún presenta limitaciones significativas.

Actualmente, se observan debilidades en la implementación de la política pública a nivel territorial, lo que plantea desafíos adicionales. La falta de regulación detallada y la falta de recursos en algunas entidades territoriales limitan su capacidad para promover eficazmente la economía solidaria y para brindar apoyo a las iniciativas locales. Emerge la necesidad de fortalecer aún más la implementación de la economía solidaria a nivel regional, con el fin de aprovechar plenamente su potencial.

La Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (s.f.) establece que existen tres tipos de Organizaciones de Economía Solidaria: Cooperativas, Fondos de Empleados, y Asociaciones Mutuales, así como Organizaciones Solidarias de Desarrollo, que comprenden Asociaciones y Corporaciones, Fundaciones y Voluntariado.

Una visión general de la economía solidaria y su vacío ideológico en el país.

En el contexto de Latinoamérica, la Economía Solidaria emerge como un concepto y una práctica que resuena con un profundo significado histórico y social. Como lo destaca el Foro Brasileño de Economía Solidaria (como se citó en Guerra, 2010) La economía solidaria resurge hoy como un valioso rescate de la lucha histórica de los trabajadores. La Economía Solidaria se presenta no solo como una defensa contra la explotación del trabajo humano, sino también como una alternativa al modo capitalista de organizar las relaciones sociales de los seres humanos entre sí y, fundamentalmente, de estos con la naturaleza.


Este resurgimiento adquiere una relevancia particular en un continente marcado por una historia de desigualdades profundas y explotación económica. La Economía Solidaria se encarna a través los ideales de solidaridad, cooperación y justicia social. Al analizar su evolución en el contexto latinoamericano, es esencial comprender cómo este modelo económico y social se ha convertido en una respuesta tangible a los desafíos que enfrentan las comunidades en una región diversa y dinámica.


Cabe destacar que Guerra (2010) plantea un punto fundamental: ni el liberalismo ni el marxismo son suficientes para explicar de manera completa los comportamientos y dinámicas de esta forma de organización económica. Esta afirmación resalta la singularidad de la Economía Solidaria y su capacidad para desafiar las categorías tradicionales de pensamiento económico e ideológico.


Guerra (2010) enfatiza que cuando las experiencias de Economía Solidaria coinciden con un movimiento de ideas alternativas y se comprende la identidad y el valor de sus formas de hacer economía, se potencian sus prácticas. Esto sugiere que la Economía Solidaria no solo es un modelo económico, sino también un fenómeno cultural y social que se nutre de valores y creencias compartidas.

Sin embargo, al analizar la política pública de Economía Solidaria en Colombia, es importante considerar si esta está realmente forjada por fuertes lazos ideológicos alternativos y si está enmarcada en categorías ideológicas sólidas. Según lo mencionado por el autor, la respuesta es negativa. Es posible que la Economía Solidaria en Colombia, al igual que en otros lugares, se vea impulsada más por necesidad pragmática que por una convicción profunda en sus principios. Esto podría derivar en cierto grado de romanticismo o idealización de la Economía Solidaria, lo que, según el autor, podría ser un error.

Esto nos lleva a cuestionar si la política pública de Economía Solidaria en Colombia se ajusta verdaderamente a los valores y principios fundamentales de este enfoque o si podría estar diluyéndose en el pragmatismo y la necesidad económica. La efectividad y sostenibilidad de la Economía Solidaria en Colombia dependerán en gran medida de la coherencia entre sus principios ideológicos y su aplicación práctica en políticas y programas gubernamentales, lo que nos conduce a puntualizar el primer desafío sobre el bajo reconocimiento, la reestructuración del modelo y su expansión, si logramos superar el desafío del bajo reconocimiento, la reestructuración del modelo y su expansión en el contexto de la Economía Solidaria en Colombia, se abrirá la puerta a un conocimiento más profundo y significativo de esta forma de organización económica. A medida que la Economía Solidaria obtiene un reconocimiento pleno y se expande en diferentes sectores de la sociedad, académicos y entidades gubernamentales pueden comenzar a comprender de manera más completa su alcance y potencial.

Este reconocimiento pleno puede llevar a una revelación importante: el reconocimiento del vacío ideológico que ha existido en el campo económico y social. La Economía Solidaria, al desafiar las categorías tradicionales de pensamiento económico y presentar una alternativa sólida al capitalismo, pone de manifiesto la necesidad de un enfoque más equitativo y participativo en la economía. Los académicos y las entidades gubernamentales pueden darse cuenta de que esta ideología alternativa resuena profundamente con la búsqueda de un modelo económico y social más sostenible.

Esta comprensión puede catalizar una reestructuración significativa en la forma en que se abordan los problemas económicos y sociales en Colombia. Puede llevar a la creación de políticas públicas más sólidas y efectivas que respalden la Economía Solidaria y fomenten la participación activa de las comunidades en su propio desarrollo económico. Además, puede generar un mayor apoyo a nivel académico para investigaciones y análisis que exploren y enriquezcan aún más la teoría y la práctica de la Economía Solidaria.


Guerra (2010) establece tres modelos distintos en relación con la Economía Solidaria en Colombia. El primero de ellos es el modelo tradicional, que se encuentra arraigado en el marco regulatorio y cooperativista previo a la formulación de la política para el desarrollo de la Economía Solidaria en el país. Este modelo refleja una perspectiva más convencional y limitada del fenómeno económico. En contraste, el segundo modelo es el ampliado, el cual representa una visión más holística y abarcadora de la Economía Solidaria, incluyendo dentro de su alcance al cooperativismo. Según el autor, este es el modelo actual que predomina en Colombia y que busca una mayor integración de ambas corrientes. Por último, el tercer modelo es el de fragmentación, el cual plantea la separación entre el cooperativismo y la Economía Solidaria. Un ejemplo de este modelo se observa en Brasil, donde ambos enfoques operan de manera independiente, con políticas y estrategias diferenciadas. Cada uno de estos modelos tiene implicaciones significativas en la forma en que se concibe y se promueve la Economía Solidaria en Colombia, y esta diversidad puede influir en el éxito y la efectividad de las políticas y prácticas relacionadas con esta forma de organización económica.


Marco ideológico de la Economía Solidaria


Para Singer et al. (como se citó en Morais, 2011) la economía solidaria se caracteriza como resultado del deseo de construir una sociedad mejor que la actual.


La Economía Solidaria se erige como una respuesta al deseo ferviente de construir una sociedad más justa y equitativa que la que conocemos en la actualidad. Su marco ideológico se distingue claramente del sistema capitalista convencional, ya que encuentra sus raíces en un modelo solidario diferente y valiente. En lugar de estar orientada hacia la acumulación de riqueza y la competencia desenfrenada, la Economía Solidaria abraza principios de colaboración, apoyo mutuo y justicia social. Se trata de un enfoque que no solo se enfoca en el beneficio individual, sino en el bienestar colectivo y en la creación de una sociedad donde la solidaridad y la comunidad desempeñen un papel central. Esta perspectiva audaz es la que impulsa el cambio y la transformación hacia un mundo más igualitario y sostenible.

Es importante citar a Marx (como se citó en Ramírez et al., 2016) Karl Marx argumenta que las experiencias de cooperación laboral limitada, que tuvieron lugar entre 1848 y 1864, han demostrado que, aunque el trabajo cooperativo puede ser un principio excelente y útil en la práctica, si se restringe a esfuerzos aislados y específicos de los trabajadores, no puede detener el crecimiento exponencial de los monopolios ni liberar a las masas trabajadoras de su opresión ni aliviar sus penurias. Marx sugiere que algunas personas, incluidos aristócratas, filántropos, burgueses e incluso economistas astutos, han elogiado el sistema cooperativo de manera excesiva, a pesar de haber intentado anteriormente sofocarlo o desacreditarlo como una utopía irrealizable. Marx argumenta que para que la cooperación laboral tenga un impacto real en la emancipación de los trabajadores, debe alcanzar un desarrollo a nivel nacional y recibir apoyo y promoción por parte de medidas nacionales. Sin embargo, señala que los propietarios de tierras y capitales siempre utilizarán sus privilegios políticos para proteger y perpetuar sus monopolios económicos, lo que dificulta que la cooperativa contribuya significativamente a la liberación de los trabajadores.


Estoy de acuerdo con la perspectiva de Karl Marx en este contexto. Su análisis resalta la importancia de que la cooperación laboral vaya más allá de simples esfuerzos aislados y se desarrolle a nivel nacional para tener un impacto significativo en la emancipación de los trabajadores y en la lucha contra los monopolios económicos.

En la vida cotidiana, podemos ver ejemplos de cooperativas en Colombia que han logrado impactar positivamente en sus comunidades y en la economía local. Por ejemplo, Cooperativa de Caficultores de Antioquia ha sido un actor clave en la promoción de prácticas sostenibles en la producción de café y en la mejora de las condiciones de vida de los agricultores de café en la región. Su enfoque en la cooperación entre los agricultores ha contribuido no solo a la calidad del café colombiano, sino también a la equidad en la distribución de beneficios.

Sin embargo, también es evidente que estas cooperativas enfrentan desafíos considerables y que su impacto puede ser limitado si no cuentan con un respaldo y promoción a nivel nacional. La supervivencia y el crecimiento a menudo dependen de factores más amplios, como políticas gubernamentales, acceso a financiamiento y el apoyo de la sociedad en su conjunto; lo cual se configura como vacíos y desafíos que actualmente tiene la política pública.

Según Charles (como se citó en Ramírez, et al. 2016), “(…) la búsqueda de la felicidad personal y de la sociedad debería estar basada en una cooperación mutua, en una búsqueda de colaboración interpersonal, y en una ampliación de las relaciones sociales” (p. 138).

Además, Oviedo (como se citó en Ramírez et al. 2016), nos insta a no postergar la búsqueda de la felicidad presente en aras de un futuro incierto. Nos aconseja que disfrutemos del momento y que evitemos compromisos, como el matrimonio o relaciones de interés, que no satisfagan nuestras pasiones de inmediato. Argumenta que luchar por la felicidad futura puede resultar en la insatisfacción de nuestros deseos actuales y nos invita a apreciar plenamente las alegrías que la vida ofrece en el presente. Su mensaje es que la felicidad está en el aquí y ahora, y que no debemos perderla esperando un futuro que puede estar más allá de nuestras expectativas.

De acuerdo a lo anterior, el marco ideológico de la economía solidaria, como se ha discutido anteriormente, está imbuido de ideales filosóficos que se centran en la búsqueda de la felicidad y la cooperación mutua. Estos ideales pueden ser vistos como una visión utópica en una sociedad donde prevalecen los sistemas capitalistas y los objetivos económicos se centran en el poder adquisitivo y la acumulación de riqueza.

Desde una perspectiva personal, es innegable que los principios de la economía solidaria pueden parecer idealistas en un contexto donde el capitalismo ha sido la norma predominante durante mucho tiempo. Sin embargo, también es importante reconocer que estas ideas utópicas pueden servir como un recordatorio de la importancia de valores como la solidaridad, la equidad y la cooperación en nuestras vidas.

A pesar de los desafíos que enfrenta la economía solidaria en un entorno capitalista, sus principios pueden inspirar cambios positivos en la sociedad. Promover la colaboración sobre la competencia, la justicia sobre la explotación y la satisfacción de necesidades humanas sobre la acumulación de riqueza son metas loables que pueden contribuir a construir un mundo más equitativo y sostenible.

En última instancia, aunque el camino hacia la realización de estos ideales puede ser desafiante, no debemos subestimar el poder de las ideas para influir en la evolución de la sociedad y, eventualmente, en la forma en que abordamos la economía y la búsqueda de la felicidad en el futuro.


Modelo de Economía Solidaria en Brasil: Cooperativismo y Economía Solidaria Distintos pero Complementarios.

El modelo de economía solidaria en Brasil, se caracteriza por una diferenciación estratégica entre el cooperativismo y la economía solidaria. Esta diferenciación se basa en el reconocimiento de que, aunque comparten similitudes en términos de cooperación y participación de los trabajadores, el cooperativismo y la economía solidaria también tienen enfoques y objetivos específicos que pueden ser más efectivos si se desarrollan de manera independiente.


En Brasil, la historia de la Economía Social y Solidaria (ESS) se remonta a 1971, cuando se promulgó la Ley número 5.764/71. Esta ley marcó el inicio de una política nacional en favor de las cooperativas, estableciendo un marco legal que proporcionaba asistencia técnica, incentivos financieros y acceso a créditos especiales para estas organizaciones. Durante décadas, este enfoque estuvo centrado en el cooperativismo.

Sin embargo, un hito significativo ocurrió en 2003 con la promulgación de la Ley 10.683. Esta ley dio forma y estructura a la ESS en Brasil y allanó el camino para la implementación de políticas y programas específicos destinados a su desarrollo. A partir de este momento, se reconoció la importancia de la Economía Solidaria como un enfoque complementario al cooperativismo. Esto llevó a la creación de políticas públicas y estrategias que abordaron tanto la Economía Solidaria como el cooperativismo por separado, reconociendo sus características y necesidades particulares.

La Economía Social y Solidaria (ESS) en Brasil se destaca por su diversidad estructural y organizativa, que abarca una amplia variedad de instituciones y enfoques.

Estas instituciones, son agrupadas en tres categorías principales: cooperativas, organizaciones del Tercer Sector y Emprendimientos Económicos Solidarios (EES). En el ámbito de las cooperativas, se realiza una distinción entre el cooperativismo "empresarial" representado por la Organización de Cooperativas Brasileñas (OCB), y el cooperativismo "solidario" representado por la Unión Nacional de las Organizaciones Cooperativistas Solidarias (UNICOPAS). El Tercer Sector abarca una amplia gama de organizaciones sin fines de lucro, como ONG, fundaciones e institutos, con ejemplos notables como el Grupo de Institutos y Fundaciones Empresariales (GIFE) y la Asociación Brasileña de Organizaciones No Gubernamentales (ABONG) (Pereira 2021)

En la historia legislativa de Brasil, se evidencia un enfoque fragmentado en cuanto a la Economía Solidaria y las cooperativas. Aunque, si bien se estableció una ley de cooperativas en 1971, esto no equivalía a la existencia de un modelo en su momento existente de fragmentación de Economía Solidaria en el país. Solo que estas leyes se promulgaron en diferentes momentos y de acuerdo a las necesidades normativas del país.

Este enfoque fragmentado parece sugerir que la evolución hacia una política más integral de Economía Solidaria en Brasil no se debió necesariamente a un plan previamente establecido, sino más bien a una respuesta a las necesidades cambiantes y a la evolución del concepto de Economía Solidaria en sí; lo cual no correspondería a un modelo previamente establecido sino a un referente en el que podría establecerse un modelo debido a su estructura actual. Es importante destacar que, si bien se promulgó una ley de cooperativas en 1971, esto no debe interpretarse como la existencia de un modelo completo de Economía Solidaria en ese momento. Más bien, Brasil adoptó un enfoque más completo hacia la Economía Solidaria en 2003, reconociendo la complejidad y la importancia de esta perspectiva en su panorama económico y social en constante cambio.

Según José Luis Coraggio et al. (2016), un destacado economista y sociólogo argentino, ha abordado este tema en profundidad en su obra " Economía Social y Solidaria: conceptos, prácticas y políticas públicas". Exponen que:

(…) muchas cooperativas (…) se han alejado de los principios del cooperativismo y funcionan como empresas con lógica más bien capitalista. Por otro lado, cabe mencionar la existencia de un sistema lento y no claro para la regulación de las asociaciones y cajas de ahorro, por lo que muchas organizaciones han preferido mantenerse como organizaciones de hecho. (p. 128)

En el contexto de la Economía Social y Solidaria (ESS), es evidente que la distinción entre un modelo fragmentado y un modelo ampliado es necesario para comprender su dinámica. Sin embargo, es esencial reconocer que, independientemente del modelo que se adopte, siempre existirá el riesgo de que algunas entidades dentro de la ESS se desvíen de los principios fundamentales y comiencen a operar de manera más similar a las organizaciones capitalistas convencionales.

Este fenómeno plantea una pregunta fundamental: ¿cómo asegurar que las entidades de la ESS mantengan su compromiso con los valores de solidaridad, la lucha de clases y la justicia social en lugar de adoptar una mentalidad puramente capitalista? Aquí es donde entra en juego la supervisión y el seguimiento por parte del Estado, lo que se convierte en un desafío crítico.

Más allá de las sólidas bases ideológicas que respaldan la ESS, es la supervisión efectiva y el seguimiento adecuado lo que garantiza que estas organizaciones cumplan con su misión de promover la solidaridad y la equidad en la sociedad. Sin una regulación adecuada y un seguimiento riguroso, incluso las organizaciones más comprometidas pueden desviarse de su camino original.


Supervisión Estatal y Promoción Territorial para el Desarrollo Local

Para Tapia, et al. (2017) en el artículo “Economía solidaria: estrategia alternativa para el desarrollo local” se enfatiza la importancia de la economía solidaria como una opción para lograr un desarrollo local sostenible y equitativo, resaltando la relevancia del territorio como un elemento clave para el desarrollo.

El desarrollo local se ve enriquecido por la economía solidaria, ya que promueve la justicia social y la solidaridad, aspectos esenciales en el marco de un desarrollo equitativo. Sin embargo, es fundamental destacar que, para que esta colaboración sea efectiva, se requiere un control y fiscalización efectivos. Un ejemplo de esto se encuentra en el Instituto Nacional de Economía Popular y Solidaria de Ecuador (2013), donde se identificaron desafíos en el sistema de regulación, control y promoción del sector financiero popular y solidario. La desconcentración del control y el riesgo reputacional eran cuestiones clave.

Ocho años después, en Colombia, con la implementación de la política pública para el desarrollo de la economía solidaria, también se revelaron debilidades en el modelo de supervisión para la inspección, vigilancia y control de las organizaciones de economía solidaria. Esto demuestra que la necesidad de un control efectivo es una preocupación que trasciende a varios países y un desafío en un modelo de desarrollo que aún tiene relativamente pocos años de implementación e investigación.


Conclusiones:

En conclusión, la implementación de la política pública para el desarrollo de la economía solidaria en Colombia enfrenta una serie de desafíos fundamentales. Estos desafíos van desde la necesidad de fortalecer su marco ideológico y ético hasta la importancia de establecer una supervisión y fiscalización efectiva en el ámbito territorial. Además, la historia normativa de Colombia muestra avances significativos en la promoción de la economía solidaria, desde el Plan de Desarrollo de Belisario Betancur en 1982 hasta la Ley 454 de 1998, aunque también evidencia la falta de cohesión y regulación en el sector.

Recomendaciones:

Para superar los desafíos mencionados, es esencial que el Gobierno colombiano fortalezca la formación y promoción de los valores y principios ideológicos de la economía solidaria. Esto puede lograrse a través de programas de capacitación y concientización dirigidos a las organizaciones y comunidades que trabajan en este sector. Además, se requiere una revisión y mejora en los mecanismos de supervisión y control, con el objetivo de garantizar que las entidades territoriales cumplan con las políticas y programas establecidos en la legislación. Se sugiere la creación de un organismo regulador específico para la economía solidaria que coordine y promueva su desarrollo de manera integral y sostenible. En última instancia, la colaboración entre el Gobierno, las organizaciones de economía solidaria y la sociedad civil es esencial para avanzar hacia un modelo económico más justo y solidario en Colombia.


Referencias


Belisario Betancur. (1982). Plan de Desarrollo "Desarrollo con Equidad".

CONPES, Documento CONPES 4051 de 2021. Política para el desarrollo de la economía solidaria.

Decreto 1480 de 1989. Gestor Normativo de la Función Pública EVA.

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Panch, E. P. T., Panchi, S. M. T., Córdova, J. L. M., & Román, H. D. O. (2017). Economía solidaria: estrategia alternativa para el desarrollo local. Visión Gerencial, (2), 313-323.

Puig, C., Coraggio, J. L., Laville, J. L., Hillenkamp, I., Farah, I., Jiménez, J., ... & de Mendiguren, J. C. P. (2016). Economía Social y Solidaria: conceptos, prácticas y políticas públicas. Bilbao: UPV/EHU.

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